IDEAS, RENTABILIDAD, RIESGO

En GESTIONA, tratamos de ser de utilidad a todo el ecosistema empresarial, aunque hemos de reconocer que sentimos una extraordinaria debilidad por los emprendedores y las start-ups, que trabajan con ideas de futuro, que miran más allá, que están dispuestos a transformar la realidad en la que viven y que ven en cada problema una oportunidad de negocio y una posibilidad de ser útiles a la sociedad.

No obstante, somos conscientes de que toda start-up necesita nacer y vivir pegada a una realidad compleja, que le obliga a ofrecer rentabilidad a sus creadores, a quienes trabajan en ella, a sus inversores, etc., y dará igual que lleve varios años desarrollando su idea de proyecto con cierto éxito o que cuente con un número razonable de clientes, con una buena acogida de su idea, con una ronda de inversión sobre la mesa o con una marca en construcción, pues el carecer de rentabilidad puede abocarla al concurso de acreedores, en un corto periodo de tiempo.

¿Qué factores concentran y empujan al fracaso en una start-up? ¿Qué grado de importancia tiene cada uno de ellos? ¿Puede una suma de pequeños factores desencadenar una tormenta devastadora para el proyecto empresarial? Un análisis post-mortem de las start-ups con las que trabajamos desde GESTIONA, nos permite llevar a cabo un repaso por algunos de los factores de riesgo más habituales y significativos que se ciernen sobre estas:

LA AUSENCIA DE UN MERCADO. Son los clientes quienes dan vida a las empresas. Sin embargo, la experiencia nos muestra que, en ocasiones, ese plan de negocio que auguraba un mercado que parecía estar esperando y la ventaja competitiva sobre dicho mercado, a la hora de la verdad, o no existe o no ha logrado seducir a los potenciales clientes.

LA FALTA DE FINANCIACIÓN. Un proyecto en crecimiento necesita una mayor intensidad de inversión. Esta necesidad de financiación extra puede tener muchos orígenes: estructuras sobredimensionadas, errores de análisis y escenarios presupuestados, ralentización del lanzamiento del producto o servicio, necesidad de una mayor inversión en comunicación y marketing… de este modo, el denominador común de todos estos escenarios es el de la necesidad de un pulmón financiero sano, así como de una gestión y proyección adecuadas. También es importante facilitar a los potenciales inversores un proyecto o una idea con una salida sencilla y rentable que no les atrape su dinero cual laberinto del Minotauro. En todo caso, resulta frecuente que aun cuando los emprendedores se centren en la financiación, se olviden de la rentabilidad, factor que afecta decisivamente al corazón de las empresas y start-ups.

LA ELECCIÓN DE UN EQUIPO NO ADECUADO. La estructura de cualquier equipo se halla vinculada con la confianza, con la capacidad multidisciplinar y con el hecho de ser resolutivos, pero una nómina muy alta sobrecarga la estructura de costes de la organización y esta puede convertirse en un lastre de desarrollo y crecimiento. La falta de cualificación es otro factor en cualquiera de las áreas críticas de la actividad; en numerosas ocasiones, el promotor de una idea o una empresa puede no ser un buen líder de proyecto.

FALTA DE UN MODELO DE NEGOCIO. Conocer la industria y hacer un esfuerzo por comprender el negocio tiene un valor evidente. Es así como la idea o el producto harán valer su ventaja competitiva generando beneficio y transformándolo en liquidez. Es importante, en ese sentido, reflexionar sobre la escalabilidad del producto o servicio, pues este atributo es directamente proporcional al grado de madurez de la idea y a su capacidad de adaptación y penetración en diferentes mercados, sin que afecte a la rentabilidad del conjunto. En todo caso, la experiencia de usuario desempeña un papel importante en el diseño de un modelo de negocio del siglo XXI.

UN MAL DISEÑO DEL PLAN DE MARKETING. Cuando identificamos que el coste de adquisición por cliente (CAC) no es rentable, debemos hacer saltar las alarmas. Ese síntoma expresa que el plan de marketing no ha encontrado una forma rentable de captar clientes y se ve obligado a realizar inversiones fuera del presupuesto; ese límite nunca puede superar la rentabilidad por cliente, salvo que se generen grandes volúmenes de clientes en el mercado. Es muy común entender el marketing digital como la gran herramienta, aunque se limite al diseño de campañas y poco más, sin plantearse alternativas y estrategias para esa captación de clientes.

NO CORREGIR LOS ERRORES AL PRIMER INDICADOR. La eficiencia en el uso del capital, la gestión de los recursos financieros y la generación de indicadores que aborden ineficiencias en las operaciones son acciones que resultan críticas. El gobierno corporativo o la dirección de estrategias implica una gran toma de decisiones. Por otro lado, generar un pricing real y adecuado a la madurez del proyecto o planificar en ciclos de 4 años, capaces de responder ante eventualidades y contextos siempre cambiantes y llenos de inestabilidad, facilita la toma de decisiones del emprendedor; también resulta de gran utilidad alejarla de todos los aspectos emocionales que rodean la vida de una empresa.

SUBESTIMAR A LA COMPETENCIA. Toda empresa que es capaz de mantenerse en el tiempo ha sido capaz de surfear con éxito buena parte de los factores de riesgo anteriormente descritos y ello ha de merecer nuestro respeto como emprendedores y nuestro análisis, con una vocación de aprender y valorar su trabajo.

El siempre complejo mundo de la empresa, hoy lo es un poco más, arrastrado por la globalización y la diversidad cultural, que – al mismo tiempo – generan un motor de cambio, que impulsa nuevas oportunidades de negocio. Desde GESTIONA queremos serte de utilidad y que pongas tu talento y tu conocimiento al servicio de tu idea empresarial, sin olvidar que el rigor del análisis y la planificación son elementos clave para triunfar en los negocios.

GESTIONA bien.

GESTIONA mejor.

GESTIONA.